R. J. PALACIO
Sé que no soy un niño de diez años normal. Bueno, hago cosas normales: tomo helado, monto en bici, juego al béisbol, tengo una Xbox... Supongo que esas cosas hacen que sea normal. Por dentro, yo me siento normal. Pero sé que los niños normales no hacen que otros niños normales se vayan corriendo y gritando de los columpios. Sé que la gente no se queda mirando a los niños normales en todas partes.
Si me encontrase una lámpara maravillosa y solo le pudiese pedir un deseo, le pediría tener una cara normal en la que no se fijase nadie. Pediría poder ir por la calle sin que la gente apartase la mirada al verme. Creo que la única razón por la que no soy normal es porque nadie me ve como alguien normal.
Pero ya estoy más o menos acostumbrado a mi cara. Sé fingir que no veo las caras que pone la gente. A todos se no da bastante bien: a mí, a mamá, a papá, a Via. No, eso no es verdad: a Via no se le da nada bien. Puede llegar a enfadarse mucho si alguien hace alguna grosería.
(August, La Lección de August, R. J. Palacio)
- Ese Julian parecía especialmente simpático -dijo mamá.
- Qué va, era el menos simpático de todos. Pero Jack me ha caído bien. Él si que ha sido amable. Pensaba que se llamaba Jack Will, pero se llama Jack a secas.
- Espera, a lo mejor me estoy confundiendo. ¿Cuál era el moreno que iba peinado hacia delante?
- Julian.
- ¿Y ese no era amable?
- No, nada amable.
- Ah. -Se quedó pensativa durante un segundo-. ¿No será uno de esos chicos que se comportan de un modo con los adultos y de otro con los niños?
- Sí, supongo que sí.
- Ah, a esos no los soporto -contestó, estando de acuerdo conmigo.
(Isabel y August, La Lección de August, R. J. Palacio)
August es el Sol. Mamá, papá y yo somos planetas que orbitanmos alrededor del Sol. El resto de nuestra familia y amigos son asteroides y cometas que flotan alrededor de los planetas que orbitan alrededor del Sol. El único cuerpo celeste que no orbita alrededor del Sol August es la perra Daisy, y eso se debe únicamente a que, para sus diminutos ojos perrunos, la cara de August no se diferencia gran cosa de la de cualquier otro ser humano. Para Daisy, todas nuestras caras son parecidas, tan planas y pálidas como la luna.
Estoy acostumbrada al funcionamiento de este universo.
*Nota: Desde el punto de vista de Via.
(Via, La Lección de August, R. J. Palacio)
Via luego pegó una patada a su silla.
- Tú pórtate bien -dijo, y salió de la habitación.
- Tío, tu hermana está muy buena -comenté.
- Ya lo sé.
- Me odia, ¿verdad? ¿Le contaste lo del Incidente de Halloween?
- Sí.
- ¿Que sí me odia o que sí le contaste lo de Halloween?
- Las dos cosas.
*Nota: Desde el punto de vista de Jack.
(Via, August y Jack, La Lección de August, R. J. Palacio)
Mientras caminaba me di cuenta de que Amos se había quedado a mi lado. Y Jack estaba pegado a mí por el otro lado. Miles iba delante de nosotros y Henry, detrás. Todos me rodeaban mientras caminábamos entre la multitud. Como si tuviera mi propia guardia del emperador.
(August, La Lección de August, R. J. Palacio)
RACHEL WARD
─Eres una testigo, Jem. Das testimonio de hecho de que somos mortales, de que nuestros días están contados y que tenemos muy poco tiempo.
─Pero todo el mundo sabe eso.
─Lo sabemos, pero elegimos olvidarlo. Es demasiado difícil de soportar. Ayer tú me hiciste darme cuenta de eso: elegimos olvidar.
(Jem y Spider, Numbers, Rachel Ward)
RAQUEL OTERO
- Siento haberte metido en esto. -Dijo acariciándome el pelo con el ceño fruncido.
- No lo sientas. Mi vida era muy aburrida hasta que te conocí. -Le dije sonriendo para no preocuparle. -Ahora se está haciendo emocionante.
- No sabes de lo que estás hablando.
- No. -Volví a ponerme seria.-Y tú serías un buen profesor para explicármelo.
(Neo y Eunice, La Unión: El Beso de la Vida, Raquel Otero)
Rayo se acercó a mí ya que Neo no dejaba de pasear de lado a lado mientras hablaba solo. Me abrazó para consolarme, pero enseguida se apartó ya que Neo lo había empujado casi tirándolo al suelo.
- La última vez que te acercas a ella de esa manera. -Le amenazó Neo.
- Neo, por favor. -Le rogué.
- Déjalo, Eunice. -Comenzó Rayo.- Está confuso. No sabe qué es lo que está experimentando con vuestra unión. Es como un niño cuando le dan un nuevo juguete y no sabe como jugar con él. Debe aprender.
- No quiero aprender. -Continuó Neo enfadado.
Los dos se miraron fijamente y después de unos segundos, Rayo se acercó a mí y me besó la mejilla.
- Creo que te has equivocado de hombre.
Se alejó y la manada lo siguió.
(Neo, Rayo y Eunice, La Unión: El Beso de la Vida, Raquel Otero)
RICHELLE MEAD
- ¿Y quién va a darte esas clases?
- Ese tío alto: Dimitri.
Mason se detuvo de pronto y me clavó la mirada.
- ¿Belikov te va a dedicar tiempo aparte?
- Sí, ¿qué pasa?
- Pues que ese tío es Dios.
- ¿No te parece que exageras -inquirí.
- No, qué va, hablo en serio. Me refiero a que es tan tranquilo y antisocial por lo general, pero cuando lucha... guau. Si ahora crees que estás dolorida, prepárate a estar bien muerta cuando él acabe contigo.
Genial. ya no me faltaba nada para alegrarme el día.
(Mason y Rose, Vampire Academy, Richelle Mead)
Él se echó a reír y me quedé de lo más convencida de que era de mí y no conmigo.
- ¿Qué es lo que te divierte tanto?
- Oh -exclamó él, perdiendo la sonrisa-. Lo dices en serio.
- ¡Claro que sí! Mira, técnicamente llevo despierta dos días. ¿Por qué enemos que empezar a entrenar hoy mismo? Deja que me vaya a la cama -lloriqueé-, si sólo es una hra.
Él se cruzó de brazos y bajó la mirada hacia mí. Su preocupación anterior había desaparecido, en este momento estaba pendiente de su tarea. Pues vaya interés.
- ¿Qué tal te sientes ahora? ¿Qué tal después de tanto entrenamiento?
- Me siento fatal.
- Te sentirás peor mañana.
- ¿Así que...?
- Así que mejor ponerse a ello ahora mientras aún no te sientes... tan mal.
- ¿Qué clase de lógica es ésa? -le recriminé.
(Dimitri y Rose, Vampire Academy, Richelle Mead)
- ¿Sabes lo que me gusta de ti, Mason? Piensas igual que yo.
- Un concepto aterrador -replicó con sequedad-. Así que dime que te parece esto: tal vez sepa algo sobre ella, una cosa que probablemente no deberia contarte...
Me incliné hacia delante.
- Oh, ya me lo estás chivando, tienes que contármelo a la de ya.
- Puede que esté equivocado -me embromó-. ¿Cómo voy a saber si vas a utilizar esto para algo bueno y no malo?
Batí las pestañas.
- ¿es que puedes resistir este bello rostro?
Se concedió un momento para estudiarme.
- No, en realidad no puedo.
(Mason y Rose, Vampire Academy, Richelle Mead)
- No me digas tú lo que siento -masculló.
(...)
- Es eso, ¿verdad? -le pregunté.
- ¿Qué?
- Siempre estás luchando por no perder el control. Eres igual que yo.
- No -me dijo, obviamente aún disgustado-. Yo he aprendido a controlarme.
Algo había en aquel descubrimiento que me envalentonó.
- No -le informé-, no lo has hecho. Pones buena cara y la mayor parte del tiempo mantienes el control; pero a veces no puedes, y a veces... -me incliné hacia delante y bajé el volumen de mi voz- a veces no quieres.
- Rose...
(Dimitri y Rose, Vampire Academy: Sangre Azul Richelle Mead)
- Rose Hathaway, ya tengo ganas de volver a verte. Si cansada y molesta eres así de encantadora, y estás así de bien aun herida y en ropa de esquí, en buenas condiciones tienes que ser devastadora.
- Si por <<devastadora>> entendemos que debes temer por tu vida, entonces sí, has dado en el clavo -abrí la puerta de golpe-. Buenas noches, Adrian.
- Nos vemos.
- No lo creo. Ya te lo he dicho. No me van los tíos mayores.
Me metí en el refugio y, al cerrarse la puerta apenas le oí decir a mi espalda:
- Ya te digo, no te van nada.
(Adrian y Rose, Vampire Academy: Sangre Azul Richelle Mead)
- Parece que apenas te he visto desde que regresamos -dijo-. Si no nos conociéramos, diría que me estás evitando.
- Estoy evitándote.
(...)
- Venga, Rose. No hace falta que sigas manteniendo esa pose de chica difícil. Ya me tienes en el bote.
(...)
- De verdad, hoy no estoy de humor para tu supuesto <<encanto>>.
- ¿Qué ha pasado? Vas pisoteando cada charco que te encuentras y parece que le vas a dar un puñetazo al primero que veas.
- ¿Por qué sigues aquí entonces? ¿No te preocupa recibir un golpe?
- Bah, nunca me hrías daño. Mi rostro es demasiado hermoso.
(Adrian y Rose, Vampire Academy: Bendecida por la Sombra Richelle Mead)
- Adrian... ¿cómo sabes tú si estás loco o no?
(...)
- ¿Piensas que estás loca? -me preguntó.
- No lo sé -contesté con la mirada fija en el suelo. Iba descalza, y las briznas finas de césped me hacían cosquillas en los pies-. He estado... viendo cosas.
- La gente que está loca rara vez se cuestiona si lo está -apuntó con inteligencia.
(Adrian y Rose, Vampire Academy: Bendecida por la Sombra Richelle Mead)
- Y por eso es que no está llegando a ninguna parte -replicó Victor-. A Tatiana y su consejo los retienen siglos de tradiciones arcaicas. Mientras nos gobierne esa forma de poder, nada va a cambiar. Nunca aprenderemos a luchar. Los moroi comunes jamás tendrán voz. Los dhampir como vosotros seguirán yendo a la guerra.
- A eso dedicamos nuestra vida -dijo Dimitri. podía notar cómo crecía la tensión en él. Podría hacer gala de un autocontrol superior al mío, pero sabía que sentía la misma frustación.
- Y por eso las perdéis. No sois mñas que esclavos, y ni siquiera os dais cuenta. ¿Y para qué? ¿Por qué nos protegéis?
(Dimitri y Victor, Vampire Academy: Bendecida por la Sombra Richelle Mead)
- Rose. Escúchame. Corre. Corre tanto y tan rápido como puedas de vuelta a tu residencia. Cuéntaselo a los guardianes.
Asentí. No había nada que preguntar.
Se estiró y me agarró del brazo con sus ojos clavados en los míos para asegurarse de que entendía sus siguientes palabras.
- No te detengas -me dijo-. Oigas lo que oigas, veas lo que veas, no te detengas. No hasta que hayas avisado al resto. No te detengas a menos que te corten el paso de forma directa. ¿Lo has entendido? -volví a asentir. Me soltó-. Diles la palabra buria -asentía una vez más-. Corre.
(Dimitri, Vampire Academy: Bendecida por la Sombra Richelle Mead)
Cuando estaba en mi primer curso de instituto nos mandaron hacer un comentario de texto de un poema. Uno de los versos decía <<Si no tuviera los ojos abiertos, no sabrías la deferencia entre soñar y estar despierto>>. En aquel momento, el verso no me dijo gran cosa. Después de todo, en clase había un chico que me gustaba mucho; ¿cómo iba a prestarle atención a un comentario de texto? Ahora, tres años después, entendía el poema a la perfección.
(Rose, Vampire Academy: Promesa de Sangre Richelle Mead)
- Sabes que hay otras formas de entrar en la universidad.
- Sí, pero ninguna tan buena como esta -respondió ella con melancolía-. Al menos, no tan fácilmente. Este es el único modo. Me gustaría ser capaz de conseguirlo todo y plantarle cara. Rose lo hubiera hecho.
- Rose habría acabado detenida por traición en cuanto Tatiana le hubiese pedido hacer algo.
Lissa Sonrió con tristeza.
- Sí, tienes razón -la sonrisa se convirtió en un suspiro-. La echo mucho de menos.
(Christian y Lissa, Vampire Academy: Promesa de Sangre Richelle Mead)
Adrian sonrió.
- El estudio está sobrevalorado. Encuentra a alguien inteligente de quien copiar.
Lissa se puso en pie.
- ¿Me estás diciendo que no soy inteligente?
- Joder no.
(...)
- Eres la persona más inteligente que conozco, pero eso no significa que tengas que hacer un trabajo innecesario.
- No puedes tener éxito en la vida si no te esfuerzas. Si te dedicas a copiar de tus compañeros, no llegarás a ninguna parte.
- Lo que tú digas -respondió él con una sonrisa-. Yo me he pasado el instituto copiando y mira lo bien que me va.
(Adrian y Lissa, Vampire Academy: Promesa de Sangre Richelle Mead)
- Yo no tengo nada que superar -le respondió Adrian con altivez-. Yo era el rey del instituto. Me adoraban y veneraban, aunque eso tampoco debería sorprenderle a nadie.
Christian, que estaba a su lado, casi se atragantó con la comida.
- Entonces, lo que intentas es revivir tus días de gloria. Todo ha ido cuesta abajo desde entonces, ¿no?
- No hablar -replicó Adrian-. Yo soy como el buen vino: mejoro con los años. Lo mejor aún está por llegar.
(Adrian y Christian, Vampire Academy: Promesa de Sangre Richelle Mead)
- Perdón -dijo-. ¿Cuál es tu elemento?
- El agua.
- El fuego y el agua, ¿eh? -Adrian metió la mano en el bolsillo, sacó un billete de cien dólares y lo estiró-. Mira, guapa, vamos a hacer un trato. Si puedes hacer que aparezca un cubo de agua y caiga sobre la cabeza de Christian, te doy el billete.
- Y yo te daré otros diez -rió Lissa.
Jill los miró asombrada, pero sospeché que era porque Adrian la había llamado <<guapa>>. Nunca le prestaba atención a Adrian, pero eso siempre me olvidaba de que, de hecho, estaba bastante bueno.
Christian tiró de Jill hacia la puerta.
- Tú ni caso. Solo están celosos porque los que son capaces de utilizar el espíritu no pueden ir a la batalla como nosotros.
(Adrian, Christian, Lissa y Jill, Vampire Academy: Promesa de Sangre Richelle Mead)
- Es peligroso. Las personas como tú y como yo caminamos por el filo de la oscuridad y la locura. Llamar abiertamente a los muertos solo nos acerca a resbalar en ese filo y caer hasta perder la cabeza -miró el reloj y suspiró-. tengo que irme, pero te lo digo en serio, Rose. Quédate. Mantente alejada de los problemas. Lucha con los strigoi si vienen a por ti, pero no vayas a buscarlos a ciegas. Y deja en paz a los fantasmas.
(Mark, Vampire Academy: Promesa de Sangre Richelle Mead)
- La vida es así -me dijo-. Según vamos creciendo y cambiando, algunas cosas que hemos experimentado antes adquieren un nuevo significado. te va a volver a pasar durante el resto de tu vida.
(Dimitri, Vampire Academy: Promesa de Sangre Richelle Mead)
- Son buena gente -gruñí-. No te burles de ellos.
- Oh, no lo niego- se colocó el pañuelo de seda-. Son buena gente. Pero no son tu gente. Todo esto es una fantasía. Te estás engañando -ahora era todo dureza-. Tu dolor es el que te ha traído hasta aquí. Te han arrancado a tu hombre y tú has decidido arrancarte de tu vida con tus amigos. y estás intentando justificarlo convenciéndote de que esta es tu familia y tu casa. Pues no son ni lo uno ni lo otro.
(Abe y Rose, Vampire Academy: Promesa de Sangre Richelle Mead)
- Ya sabes que no me refiero a eso. ¿Por qué has venido hasta aquí? (...)
- ¿A Siberia? Vine para encontrarte.
- Yo vine huyendo de ti.
Me quedé tan sorprendida que mi respuesta fue completamente ridícula.
- ¿Por qué? ¿Porque podría matarte?
Me miró dejándome claro que lo que acababa de decir era una estupidez.
- No. Para no encontrarnos en este situación. Ahora estamos así, y hay que elegir.
(Dimitri y Rose, Vampire Academy: Promesa de Sangre Richelle Mead)
Se me quedó mirando fijamente durante un rato.
- ¿Por qué no confías en mí?
Yo también me quedé mirándolo, pero con gesto incrédulo.
- ¿cómo puedes preguntarme eso? Me has secuestrado. Vas por ahí matando a gente inocente para sobrevivir. Ya no eres el mismo.
- Ahora soy mejor, ya te lo he dicho. Y eso de gente inocente... -se encogió de hombros-. Nadie es del todo inocente. Además, el mundo se divide entre depredadores y presas. Los más fuertes dominan a los más débiles. Forma parte del orden natural. A ti te interesaba mucho eso, si no recuerdo mal.
(Dimitri y Rose, Vampire Academy: Promesa de Sangre Richelle Mead)
Con renovados ánimos, me dirigí hacia la siguiente curva, rezando para encontrar la salida. <<Muy bien>>, Dios, pensé. <<Sácame de aquí y dejaré de remolonear cuando tenga que ir a la iglesia. Hoy me has salvado de unos cuantos strigoi. Quiero decir, eso de encerrar a uno de ellos entre dos puertas era difícil que funcionase, así que está claro que me estás echando una mano. Ahora sácame de aquí y yo... yo que sé. Donaré el dinero de Adrian a los pobres. Me bautizaré. Viviré en un convento. Bueno, no, eso último no>>.
(Rose, Vampire Academy: Promesa de Sangre Richelle Mead)
ROALD DAHL
El Doc era joven, agradable y retraído, excepto cuando se emborrachaba. Cuando estaba borracho cantaba muy bien.
(Katina, Roald Dahl)
ROBERT LOUIS STEVENSON
El abogado Mr. Utterson era un hombre de semblante severo, jamás iluminado por una sonrisa; frío, parco y premioso en el discurso; retraído en el sentimiento;enjuto, alto, seco y sombrío, y, sin embargo, tenía algo de entrañable.
(El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Robert Louis Stevenson)
Y la verdad es que el peor de mis defectos era una cierta e impaciente disposición a la alegría de las diversiones que ha hecho felices a muchos, pero que yo encontré difícil de reconciliar con mi imperioso deseo de llevar alta la cabeza y mostrar ante el público un semblante más grave de lo común.
(El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Robert Louis Stevenson)
Mr. Hyde era pállido y diminuto; daba una impresión de deformidad sin que se le pudiera señalar ninguna. Se había conducido con el abogado con una suerte de criminal mezcla de timidez y audacia, y hablaba con una voz ronca, susurrante, y algo quebrada; todos estos eran rasgos desfavorables y, sin embargo, ni aun juntádolos todos podía explicarse el hasta ahora desconocidodisgusto, aborrecimiento y temor con que Mr. Utterson lo miraba.
(El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Robert Louis Stevenson)
ROBIN BENWAY
- Bueno, bueno, espera un momento -dijo May, moviento las manos ante ella como si estuviera intentando borrar algo-. ¿April, puedes verel futuro?
- Yo... eso creo -dijo-. ¡Pero ha sido por casualidad! Yo no he hecho nada!
May se dio media vuelta para mirarme.
- Y June, ¿en serio leer el pensamiento? ¿en qué número estoy pensan...?
- 332.941 -estaba tan claro que lo podría haber dicho ella misma en voz alta.
May miró a April.
- Puede leer la mente. Estamos completamente jodidas.
(April, May y June, (Los Extraordinarios Secretos de April, May & June, Robin Benway)
- May, ¿puedo hacer novillos contigo? -preguntó.
- JUNE -dijo May bruscamente-. ¡Basta con las intrusiones cerebrales!
(May y June, Los Extraordinarios Secretos de April, May & June, Robin Benway)
- ¡Yo también tengo un giro irónico para explicar! -me anunció June-. Fíjate. hoy a todo el mundo en el instituto le ha parecido horrible mi falda...
- Sorpréndeme -dije.
- ¡Pero a Mariah le ha gustado!
Estaba sorprendida. (Si pudierais ver esta falda, también estaríais sorprendidos.
- ¿De verdad?
June asintió con la cabeza.
- De verdad. A nadie más le gustó, pero a ella sí.
- Pero, ¿de verdad? -No me esforcé mucho en disimular el tono de sorpresa.
- Sí -se regodeó June-. Seguro quetú no pudiste predecirlo.
- No creo que nadie pudiera. -Bajé la mirada hacia su falda-. En serio, nadie lo podría haber previsto.
May arrugó la nariz.
(April, May y June, Los Extraordinarios Secretos de April, May & June, Robin Benway)
- Ya, vale, no te preocupes -dijo-. Hasta otra.
Un momento. ¿Acababa de tirar basura al suelo?
No me importaba lo que me había dicho mi cerebro: ni de coña me iba a acostar con un guarro.
Ni. De. Coña.
- ¡Oye! -le grité-. ¿Vas a recoger eso, jodido guarro?
- Jodido -repitió con una sonrisa-. Caramba. Eres una rebelde.
- Sí, igual que tú -contraataqué-. Dejar basura en el suelo de un instituto. Oooh, buena manera de hacerse el original.
(Julián y April, Los Extraordinarios Secretos de April, May & June, Robin Benway)
- Tu hermana ha dicho que puedo pasar a la cocina, así que...
- ¿Cuál?
- Hum, creo que tu cocina...
Puse los ojos en blanco.
- No seas tan literal. Quería decir cuál de mis hermanas. Hay un par de ellas flotando por aquí.
Henry se rio un poco.
- Ah. Ah, sí, eeh, la morena, algo más baja que tú.
- Esa es June -dije-. April es la otra, está arriba. Otra forma de diferenciarlas es que June es una pesada y April es aburrida.
- ¡Te he oído! -gritó June desde la sala de estar.
Miré a Henry.
- ¿Ves lo que te quería decir?
(Henry y May, Los Extraordinarios Secretos de April, May & June, Robin Benway)
- Oye -le dije. ¿Vas a pedirme para salir?
La boca de Julián se abrió, luego se cerró, y luego se abrió otra vez.
- Yo, eeh... -Tosió-. Se nota que no te van las transiciones suaves, ¿verdad?
- Si no lo ibas a hacer no pasa nada -continué-. Es que necesito saberlo.
No tenía tiempo para sutilizas ni jueguecitos.
Julián se rio un poco y se pasó la mano por el pelo.
- Eres un de esas chicas a las que les gusta tomar la iniciativa, ¿no?
- Tío, ni te lo imaginas.
- Bueno, yo, eeh, te iba a preguntar si querías hacer algo tonto y típico, como ir al cine, pero ahora tengo miedo de que me vayas a dar un sopapo.
(...)
- No te voy a pegar -dije- (...)
- Entonces, ¿quieres ir al cine?
- El viernes me va bien.
- ¿De verdad? -Parecía soprendido-. Está, eeh, bien, genial. Viernes por la noche.
Lo miré.
- Si vamos al cine tienes que saber que no me gusta perderme los tráileres.
- Menuda sorpresa.
- Y nada de un rollo de acción con diálogos baratos donde todo vuela por los aires. Me gustan las películas con argumento. Y subtítulos.
Hizo una pausa y despues sonrió.
(Julián y April, Los Extraordinarios Secretos de April, May & June, Robin Benway)
ROCÍO CARMONA
- Me gusta eso que has escrito sobre el primr amor: <<A menudo basta con saber que has sido elegida para que te enamores de la persona que te encuentra especial. ¿No será el primer amor la sorpresa de que alguie, entre la multitud, te señale justamente a ti? Qizás por eso es tan emocionante>>.
(Hugues, La Gramática del Amor, Rocío Carmona)
- Es increíble que consiguieras alcanzar el teléfono, magullado y medio incosciente como estabas. ¿De dónde sacaste las fuerzas?
- Sólo pensaba que no podía marcharme de este mundo sin despedirme de ti -dijo Marcelo repentinamente serio.
(La Gramática del Amor, Rocío Carmona)
ROCÍO PÉREZ SORIANO
Esta noche ha soñado con ella. Ha soñado que paseaban juntos largas horas cogidos de la mano y se besaban como dos locos enamorados. Lleva cuatro noches soñando que se reencuentran y la besa.
(La Leyenda del Sueño, Rocío Pérez Soriano)
Él es consciente de que esta chica es especial, al menos para él. Sino no seguiría en su cabeza después de tanto tiempo. Si con ella tiene que actuar de forma pausada y cauta, lo hará. Necesita saber de ella, necesita conocerla y necesita que forme parte de su vida. No dejará que sus prisas puedan estropearlo todo.
(La Leyenda del Sueño, Rocío Pérez Soriano)
Contigo quiero que sea diferente, que nos centremos en nosotros y dejemos fuera el resto. ¿Qué te parece?
(África, La Leyenda del Sueño, Rocío Pérez Soriano)
¡Cómo le gustaría que las cosas cambiaran entre ellos! Él cada vez está más seguro de que siente algo especial por ella, incluso en sus últimos sueños, sueña con besarla, con tocarla, con hacerla suya…
(La Leyenda del Sueño, Rocío Pérez Soriano)
- ¿Te confieso algo? -pregunta en tono juguetón.
- A ver, sorpréndeme… -baja un poco la guardia en su tono.
- Me encanta cuando te enfadas como una niña pequeña.
(Pablo y África, La Leyenda del Sueño, Rocío Pérez Soriano)
Alex le hace vibrar y sentir. Además siente una fuerte atracción física hacia él. Luís le aporta calma, serenidad y compromiso. Ambos son importantes en su vida. (...)
Casi ni come, ni duerme. Siente que ha perdido peso y que tiene ojeras por culpa del cansancio. Cuando está cerca de Luís intenta no tocar el tema de los sentimientos y cuando escribe a Alex no es del todo sincera.
(La Leyenda del Sueño, Rocío Pérez Soriano)
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