sábado, 5 de febrero de 2011

P

PATRICK ROTHFUSS

- Da mi nombre -dije-. Que se sepa quién era. Que se sepa que estoy completamente loco, y que mataré a los próximos que vengan a buscarme. Los mataré a ellos y a quienquiera que los haya contratado, a los intermediarios, a sus familias, a sus perros, a todos.

(Kvothe, Crónica del Asesino de Reyes: El Nombre del Viento, Patrick Rohtfuss)

- Sí, soy un mito -afirmó Kote con soltura, haciendo un gesto extravagante-. Un mito muy especial que se crea a sí mismo. Las mejores mentiras sobre mí son las que yo mismo he contado.

(Kvothe, Crónica del Asesino de Reyes: El Nombre del Viento, Patrick Rohtfuss)

Encontrar a Elodin no era tarea fácil. Tenía un despacho en el Auditorio, pero por lo visto no lo utilizaba nunca. Fui a Registros y Horarios y descubrí que solo enseñaba una asignatura: Matemáticas Improbables. Sin embargo, eso no me ayudó a localizarlo, pues según el registro, la hora de la clase era «ahora» y el lugar, «en todas partes».

(Kvothe, Crónica del Asesino de Reyes: El Nombre del Viento, Patrick Rohtfuss)

- Denna es una criatura salvaje -expliqué-. Como una cierva o una tormenta de verano. Si una tormenta derribara tu casa, o derribara un árbol, no dirías que la tormenta era mala. Era cruel. Actuó conforme a su naturaleza y, desgraciadamente, produjo daños. Con Denna pasa lo mismo.
»¿Sabes de qué sirve perseguir a una criatura salvaje? De nada. Si persigues a una cierva, solo consigues asustarla. Lo único que puedes hacer es quedarte quieto dónde estás, y confiar en que, con el tiempo, la cierva vaya hacia ti.

(Kvothe, Crónica del Asesino de Reyes: El Nombre del Viento, Patrick Rohtfuss)

- ¿Has oído alguna vez la historia del niño de las flechas de oro? -me preguntó-. Cuando era pequeña, esa historia me intrigaba mucho. Si le lanzas a alguien una flecha de oro, debes de estar desesperado por matarlo. ¿Por qué no quedarte el oro y marcharte a casa?

(Denna, Crónica del Asesino de Reyes: El Nombre del Viento, Patrick Rohtfuss)

- Le encomiendo al padre Leoden la tarea de distribuir el resto de mis bienes materiales entre la parroquia, ya que, como soy un alma inmoral, no las seguiré necesitando.
- Querrás decir «inmortal», ¿no? -preguntó Cronista con vacilación.
Bast se encogió de hombros.

(Bast y Cronista, Crónica del Asesino de Reyes: El Nombre del Viento, Patrick Rohtfuss)

- Mujeres salvajes -añadió mi padre, entusiasmado- posarían los pechos en su cabeza.
Hubo un silencio atónito. Entonces mi madre dijo, despacio y con tono amenazante:
-Querrás decir «Bestias salvajes posarían la cabeza en su regazo».
-Ah, ¿sí?

(Crónica del Asesino de Reyes: El Nombre del Viento, Patrick Rohtfuss)

Hay que ser un poco mentiroso para contar bien una historia. Demasiada verdad tergiversa los hechos. Demasiada sinceridad te hace parecer falso.

(Skarpi, Crónica del Asesino de Reyes: El Nombre del Viento, Patrick Rohtfuss)

Pensé en lo que Teccam escribió en su Teofanía: <<Todos los hombres sabios temen tres cosas: la tormenta en el mar, la noche sin luna y la ira de un hombre amable>>.

(Kvothe, Crónica del Asesino de Reyes: El Nombre del Viento, Patrick Rohtfuss)

- Hijo de puta -dije; estaba demasiado sorprendido para maldecir adecuadamente.
- Yo siempre le he encontrado cierto parentesco porcino -dijo Wilem con aspereza.
Simmon giró la cabeza y pestañeó lentamente.
- ¿Qué pasa? ¿Quién hay?
- Ambrose.
- Cojones -exclamó Simmon, y encogió los hombros-. Lo que faltaba. ¿Todavía no habéis hecho las paces?

(Kvothe, Wilem y Simmon, Crónica del Asesino de Reyes: El Nombre del Viento, Patrick Rohtfuss)

Puedo resumirlo todo en una frase. -Carraspeó-. «Viajé, amé, perdí, confié y me traicionaron.» Escríbelo y haz con ello lo que quieras.

(Kvothe, Crónica del Asesino de Reyes: El Nombre del Viento, Patrick Rohtfuss)

>>Si me vende un caballo mal herrado, o uno que al cabo de un rato empiece a cojear, o asustadizo, perderé una valiosa oportunidad. Una oportunidad irrepetible. Si eso sucede, no vendré a exigirle que me devuelva mi dinero. No lo denunciaré al alguacil. Volveré a Imre esta misma noche y le prenderé fuego a su casa. Entonces, cuando usted salga corriendo por la puerta principal en camisa y gorro de dormir, lo mataré, lo cocinaré y me lo comeré. Allí mismo, en el jardín de su casa, delante de todos sus vecinos.

(Kvothe, Crónica del Asesino de Reyes: El Nombre del Viento, Patrick Rohtfuss)

- Existen otras formas de preparación -dije con aire misterioso.
Wilem soltó un risa burlona.
- Eso no suena nada sospechoso -dijo-. ¡Y luego te preguntas por qué la gente habla de ti!
- No me pregunto por qué hablan -dije-. Me pregunto qué dicen.

(Kvothe y Wilem, Crónica del Asesino de Reyes: El Temor de un Hombre Sabio, Patrick Rohtfuss)

- ¿Sabes qué pasaría si trataras de apuñalar a Ambrose? -me preguntó Sim.
Pensé un momento. Era como tratar de recordar lo que habías desayunado un mes atrás.
- Supongo que habría un juicio -dije despacio-. Y la gente me invitaría a copas.
Fela se tapó la boca con una mano para ahogar un risa.
- Veamos -dijo Simmon-. ¿Qué es peor, robar un pastel o matar a Ambrose?
Medité unos momentos y pregunté:
- ¿Un pastel de carne o de fruta?

(Kvothe y Simmon, Crónica del Asesino de Reyes: El Temor de un Hombre Sabio, Patrick Rohtfuss)

- Maestro Elodin -dije respirando entrecortadamente-, ¿puedo hacerle una pregunta?
- En términos estadísticos, es bastante probable -me contestó, y abrió la puerta de un reluciente llave de latón.
- Entonces, ¿puedo hacerle una pregunta?
- Dudo que exista fuerza conocida por el hombre capaz de imperdírtelo -Abrió la puerta y se metió dentro.

(Kvothe y Elodin, Crónica del Asesino de Reyes: El Temor de un Hombre Sabio, Patrick Rohtfuss)

- Se puede dividir el infinito un número infinito de veces, y las partes resultantes seguirán siendo infinitamente grandes -dijo Uresh con su extraño acento lenatti-. Pero si divides un número no infinito un número infinito de veces, las partes resultantes son no infinitamente pequeñas. Como son no infinitamente pequeñas, pero hay un número infinito de ellas, si las sumas, obtienes una suma infinita. De lo que se desprende que, de hecho, cualquier número es infinito.
- ¡Uau! -exclamó Elodin tras una larga pausa. Se puso muy serio y apuntó con un dedo al alumno de Lenatt-. Uresh. Tu próxima tarea es acostarte con una mujer. Si no sabes cómo hacerlo, ven a hablar conmigo después de clase. -Se volvió y miró a Inyssa.

(Elodin y Uresh, Crónica del Asesino de Reyes: El Temor de un Hombre Sabio, Patrick Rohtfuss)

>>Veamos -prosiguió Sleat frotándose la cara-. Tocas bastante bien el láud y eres más orgulloso que un gato pateado. Eres descortés, mordaz y no muestras ningún respeto por tus superiores, que dada tu humilde cuna de liante, son prácticamente todos.
(...)
- Soy el mejor músico que jamás conocerás o verás desde lejos -dije con una calma forzada-. Y soy Edena Ruh hasta la médula. Lo que significa que mi sangre es roja. Significa que respiro aire puro y camino por donde me llevan los pies. No me arrastro ni me acobardo como un perro ante nadie por el hecho de que tenga un título. Eso lo interpretan como orgullo quienes se han pasado la vida lamiéndoles el culo a los demás.
(...)
- También dicen que tienes mal genio. Y circulan montones de tonterías más sobre ti. Que solo duermes una hora al día. Que tienes sangre de demonio. Que puedes hablar con los muertos...
Me incliné hacia delante, intrigado. Ese no era uno de los rumores que yo había extendido.
- ¿En serio? ¿Hablo con espíritus, o desentierro cadáveres?

(Kvothe y Sleat, Crónica del Asesino de Reyes: El Temor de un Hombre Sabio, Patrick Rohtfuss)

- ¿Siempre está así? (...)
- Así ¿cómo? -preguntó Simmon.
- Como si acabara de decidir sus tres siguientes movimientos en una partida de tirani y ya supiera cómo iba a ganarte. -Títere volvió a mirarme largamente y cepilló otra fina viruta de madera-. Resulta irritante, la verdad.
Wilem soltó una carcajada.
- Esa es su cara de pensar, Títere. La pone a menudo, pero no siempre.

(Simmon, Wilem y Títere, Crónica del Asesino de Reyes: El Temor de un Hombre Sabio, Patrick Rohtfuss)

Durante el viaje surgieron diversas complicaciones desafortunadas.
Para ir rápidos: hubo una tormenta, piratas, traición y un naufragio, aunque no en ese orden. Tampoco será necesario que diga que hice muchas cosas, unas heroicas, otras desacertadas, otras inteligentes y audaces.
Durante el trayecto me robaron, trataron de ahogarme y me dejaron sin un penique en las calles de Junpui. Para sobrevivir mendigué mendrugos de pan, le robé a un hombre los zapatos y recité poesía. Esto último debería demostrar más que ninguna otra cosael grado de desesperación que había alcanzado.
Sin embargo, como esos sucesos tienen muy poco que ver con lo fundamental de la historia, los pasaré por alto y me centraré en cosas más importantes. En resumidas cuentas, tardé dieciséis días en llegar a Severen. Era un poco más de lo que había planeado, pero no me aburrí ni un solo instante en todo el viaje.

(Crónica del Asesino de Reyes: El Temor de un Hombre Sabio, Patrick Rohtfuss)

Mi expresión se tornó adusta. No me importa que me llamen mentiroso. Lo soy. Soy un mentiroso extraordinario. Pero no soporto que me llamen mentiroso cuando estoy diciendo la verdad.

(Crónica del Asesino de Reyes: El Temor de un Hombre Sabio, Patrick Rohtfuss)

- He de admitir que ningún alumno se me había ofrecido a recibir un brutal paliza solo para demostrarme que valía la pena que le dedicara mi tiempo.
- Pues eso no ha sido nada -dije con desenfado-. Una vez me tiré desde el tejado.

(Kvothe y Vashet, Crónica del Asesino de Reyes: El Temor de un Hombre Sabio, Patrick Rohtfuss)

- Ya lo dijo Teccam: no hay hombre valiente que nunca haya caminado cien kilómetros. Si quieres saber quién eres, camina hasta que no haya nadie que sepa tu nombre. Viajar nos pone en nuetro sitio, nos enseña más que ningún maestro, es amargo como una medicina, cruel como un espejo. Un largo tramo de camino te enseñará más sobre ti mismo que cien años de silenciosa introspección

(Kvothe, Crónica del Asesino de Reyes: El Temor de un Hombre Sabio, Patrick Rohtfuss)

Pese a mis otros fracasos, seguía progresando mucho en mis estudios con el maestro Elodin. (...)
Me hizo llevar los ojos vendados durante tres días seguidos, lo que no mejoró mi rendimiento en las otras asignaturas, pero les hizo mucha gracia a Wil y Sim.
Me animó a averiguar cuánto tiempo podía permanecer despierto. Y como podía permitirme todo el café que quisiera, aguanté casi cinco días- Aunque al final me puse muy frenético y empezaba a oír voces.
Y entonces ocurrió el incidente del tejado del Archivo. (...)
Se estaba preparando una tormenta monumental, y Elodin decidió que me convenía pasar un rato a la intemperie. (...) Elodin sabía que Lorren jamás nos permitiría acceder al tejado del Archivo, así que le robó la llave.
Por desgracia, cuando la llave salió volando, nadie supo que estábamos atrapados allí arriba. Y nos vimos obligados a pasar toda la noche en el tejado (...)
Nada de todo esto hubiera supuesto ningún problema grave si, justo cuando había empezado a llover, Elodin no se hubiera empeñado en que nos desnudáramos, envolviéramos nuestra ropa en un tela encerada y la bajásemos hasta el patio atada a un ladrillo. (...)
Por eso fue que el maestro Lorren, Distrel, el guíler de Lorren, y tres secretarios musculosos nos encontraron a Elodin y a mí, desnudos y empapados como dos ratas ahogadas, en el tejado del Archivo. Al cabo de quince minutos, toda la Universidad sabía lo ocurrido. Elodin se partía de risa con todo aquello (...)

(Crónica del Asesino de Reyes: El Temor de un Hombre Sabio, Patrick Rohtfuss)

El Doce era uno de los pocos lugares cambiantes de la Subrealidad. Era lo bastante listo para conocerse a sí mismo, lo bastante valiente para ser él mismo y lo bastante insensato para cambiarse a sí mismo y, al mismo tiempo, seguir manteniéndose auténtico. En ese sentido era prácticamente único, y si bien no siempre era seguro ni agradable, Auri no podía evitar tenerle cariño.

(Crónica del Asesino de Reyes: La Música del Silencio, Patrick Rohtfuss)

En esa habitación pasaba algo raro. No era nada amenazante. Nada como lo de Doblasiento o Carotillo. No, no: aquel sitio era bueno. Era casi perfecto. Todo era casi. De no haber sido un día blanco en el que todo se hacía debidamente quizá no se habría percatado de que faltaba algo. Sin embargo, lo era, y Auri se percató.

(Crónica del Asesino de Reyes: La Música del Silencio, Patrick Rohtfuss)

Algunos sitios tenían nombre. Algunos sitios cambiaban, o eran demasiado tímidos para revelar su nombre. Algunos sitios no tenían nombre, y eso siempre producía congoja. Una cosa era ser reservado, pero no tener nombre... Qué horrible. Qué triste.

(Crónica del Asesino de Reyes: La Música del Silencio, Patrick Rohtfuss)

Era tal como decía Mandrag: nueve décimas partes de la alquimia eran química. Y nueve décimas partes de la química consistían en esperar.
¿Y la otra parte, esa pequeña décima parte? Eso era algo que Auri conocía muy bien. Ella había aprendido mucho tiempo atrás la esencia de la alquimia. La había estudiado antes de llegar a entender la verdadera forma del mundo. Antes de descubrir la clave para ser pequeña.

(Crónica del Asesino de Reyes: La Música del Silencio, Patrick Rohtfuss)

Era perfecto. Era correcto. Era un principio. Algún dçia, él necesitaría un lugar, y ya lo tenía allí, preparado. Algún día, él iría y ella lo cuidaría. Algún día él sería todo de cáscara de huevo, hueco y vacío en la oscuridad.

(Crónica del Asesino de Reyes: La Música del Silencio, Patrick Rohtfuss)





PEDRO RIERA

- Nunca conseguiré entender cómo les funciona la cabeza a las tías -dijo-. Si tú y yo tuviéramos un problema entre nosotros, el que sea, nos liaríamos a puñetazos y lo dejaríamos resuelto. Al día siguiente, tan amigos. Ellas no. Ellas van con la sonrisa por delante y, a la que te das la vuelta, te apuñalan por la espalda. Y, como nunca tienen suficiente, luego se dedican a retorcer el cuchillo en la herida. Por muy crueles que seamos,ellas siempre nos superarán. Hay que hacerse a la idea.

(Arturo, Hombre Lobo: El Furtivo, Pedro Riera)

- A él tampoco le interesa que siga hablándose de lo que sucedió esa noche -dijo-. Ese tío oculta algo. A mi padre le contó que estaba escribiendo un libro de terror y que alguien se enteró e hizo correr el rumor de que era (...). Pero nosotros sabemos que eso es mentira. Si sólo fuera un escritor, no nos habría recibido escopeta en mano. Acuérdate, tío. Casi le pega un tiro al Furtivo. ¿Y a qué venía todo ese despliegue de focos?... Créeme, él también tiene sus secretos y lo último quedesea es que mi padre empiece a husmear en sus asuntos. No hablará.

(Luis, Hombre Lobo: El Furtivo, Pedro Riera)

- Vaya -dijo, si es el tío que pasó de mí porque tenía mucha prisa en ir a un concierto. Me sentí muy ofendida, ¿sabes? Yo nunca me había insinuado así, y no estoy acostumbrada a que me rechacen. Y mucho menospor un grupo tan malo. Espero que al menos hubiera una chica de por medio.
- La había.
- Más te vale que fuera guapa.
- Lo era... ¿Qué tal tu hermano? ¿Está por aquí?
- ¿Mi hermano? -Silvia le miró confundida.
- Sí, ése al que Canito le hizo la vida imposible. El que perdió un curso y no se atrevía a salir a la calle. Ya sabes. Tu hermano.
Ella rió.
- Así que no coló. Pensaba que era muy buena mintiendo.
- Lo eres, ero te falló la mentira. Si de verdad fueras a la clase de enfrente de la mía, me habría fijado en ti.
- Vaya, ya estoy menos ofendida contigo -sonrió ella-. Sigue hablando.
- ¿Quién te pidió que me vigilaras?
- Roca -Silvia señaló con un gesto de la cabeza hacia su izquierda.

(Eduardo y Silvia, Hombre Lobo: Los Bersekir, Pedro Riera)

- Tan mal plan no debía de ser -dijo con mal humor-. Te había engañado.
- Claro que me habías engañado. ¿Cómo iba a imaginarme que alguien podía ser tan estúpido como para hacer algo así? Eres un espécimen irrepetible, Alberto. Tienes una forma tan creativa de estropearlo todo en el último momento, que no sé si eres un genio o el imbécil más grande del mundo.

(Alberto y Jacob, Hombre Lobo: Los Bersekir, Pedro Riera)





PILAR ALBERDI

Escuchadme gentes de Nam... Isla de los sueños.
Por aquella época, yo no sabía imaginar, y sólo los años me mostraron que el mundo sin la imaginación no tiene sentido, y que Elisa Daltieri tenía razón.
Últimamente también me suelo preguntar mucho qé es la razón y por qué algunos lllaman razonable sólo a aquello de lo que nos quieren convencer...
También sé que eso que otros llaman realidad no puede ser igual para todos.
¿Acaso veo yo la realidad como la veis vosotros? ¿En que se parece vuestra realidad a la mía? ¿O la de cada uno a la de su vecino? ¿Es igual la de la madre que la del hijo? ¿La del ijo que la del padre?

(Isla de Nam, Pilar Alberdi)





POLLY SHULMAN

–Elizabeth –dijo Anjali–, ¿dónde pusiste el botón conmemorativo?
–¿El qué?
–El botón con pelo humano.
–Está abajo, donde el doctor Rust.
–No; me refiero a en qué categoría lo pusiste.

(El Legado de los Grimm, Polly Shulman)





PORTADORA DE SUEÑOS

- ¿Te vas de cazaría sin mí? Que poco me quieres ¿no?
- Jajaja, siempre haces lo mismo.
- ¿El qué?
- Sorprenderme, una y otra vez.
- Sé que te gusta, por eso lo hago.
- ¿Dónde estabas?
- Escondido jajaja. Toma mi regalo, espero que te guste, aunque no es tan espectacular.
- Seguro que me encantará.

(Un Juego de Amor, Portadora de Sueños)


3 comentarios:

Elisabet dijo...

Me encantó este libro, uno de los mejores que he visto escritos en mucho tiempo! se nota que patrick es muy perfeccionista jajaja
haber cuando sale el segundo!! :)
me gustaron muchos las frases!
besos!^^

Unknown dijo...

SOY FAN DECLARADO DE PATRICK AAAH ME ENCANTO SU LIBRO Y DESEO SU CONTINUACIÓN.BESOS (MR SANDMAN)

Unknown dijo...

Gran selección de frases :)