jueves, 25 de agosto de 2011

G

GABI STEVENS

–Tu varita. Te estaba siguiendo. ¿Quieres que te vea alguien?
–¿Que me vean? ¿De qué diablos hablas? –dijo Kristin. Se quedó mirando la varita que sostenía y luego le miró a los ojos.
Y se quedó de piedra.
Una mirada de cobre bruñido chispeaba en su dirección, con un fuego que conjuraba imágenes de la forja de Vulcano. El pelo negro le ensombrecía la frente, y una nariz aguileña guiaba esos ojos ardientes hacia los suyos. Se quedó sin aliento.
Caray. Menuda cara.
Caray. Menuda cara encolerizada.

(Cumpliré tus Deseos, Gabi Stevens)

–Veo que estás leyendo los clásicos –dijo Tennyson.
Kristin se puso en pie de un salto para darse la vuelta, el libro salió volando por los aires. Tennyson sonreía, burlón.
–¿Cómo has entrado?
–Por la puerta.
–Estaba cerrada con llave. ¿No has considerado la posibilidad de llamar al timbre?
–Lo he pensado durante un segundo. Entonces he decidido no molestarme –afirmó él, encogiéndose de hombros.

(Cumpliré tus Deseos, Gabi Stevens)





GALAXY CRAZE

- Papá -suspiré-, sabes que se me da fatal el reel. Soy muy patosa.
- Y yo soy el rey de Inglaterra, y te ordeno que coloques tus pies sobre los míos -me respondió con un guiño.
Lancé un gemido, pero me levanté y tomé la mano de mi padre. me puse de puntillas sobre sus zapatos negros y relucientes.
- Pesas más de lo que recordaba -bromeó.
- Ha sido idea tuya.

(Padre y Eliza, La Última Princesa, Galaxy Craze)

- Gracias -dije. Tenía que hacer esfuerzos para pronunciar-. Por favor, ¿podrías decirme una cosa? Los camiones que pasan por aquí, esos que llevan pintadas... ¿los habéis visto? ¿Sabéis adónde van?
Mirándome fijamente, asintió.
- Pasan cada pocas horas por aquella carretera, la del otro lado del muro. Cuando los oigas, escóndete. Si te ven te capturarán. Y site captura, no te soltarán nunca.

(Eliza y chica, La Última Princesa, Galaxy Craze)

- ¿Noche de Exterminio? -me falló voz al pronunciar las palabras.
Se sentó a mi lado.
- Sacan a los prisioneros a los que hancapturado durante los saqueos nocturnos y los emparejan con los soldados de la Nueva Guardia. Luego luchamos a muerte. Son prácticas para la batalla.

(Eliza y Vashti, La Última Princesa, Galaxy Craze)

- Baja el arma -me ordenó despacio.
- La bajaré si usted baja su pistola -lo desafié desde detrás de la hoja. Si la sangre llegaba al río, podría cortarle la yugular antes de que le diese tiempo a disparar.
- No acepto órdenes -respondió, pero enfundó el revólver-. Tu turno.

(Wesley y Eliza, La Última Princesa, Galaxy Craze)

-¿Por qué me ayudas?
Su mirada se perdió en la distancia, hacia donde se encontraba el campo de exterminio.
- Tú no eres la única de por aquí que tiene secretos, Eliza.

(Wesley y Eliza, La Última Princesa, Galaxy Craze)





GAYLE FORMAN

Esto también me hace pensar que estoy muerta. Esto, y el hecho de que mi cuerpo parece completamente inerte. Además, al mirarme la pierna pelada hasta el hueso por la fricción del asfalto, sé que debería experimentar unos dolores atroces. Tampoco lloro, a pesar de que a mi familia acaba de ocurrirle algo inimaginable. Somos como el huevo Humpty Dumpty del acertijo infantil, y ni todos los caballos y hombres del rey juntos podrán recomponernos.

(Mia, Si Decido Quedarme, Gayle Forman)

—Mia, Mia —dijo, acariciándome los rizos que se habían escapado de la peluca—. Eres tú la que me gustas. Claro que te has vestido más sexy y te has puesto, bueno, ya sabes, rubia, y estás distinta. Pero la persona que eres esta noche es la misma de la que estaba enamorado ayer, la misma de la que estaré enamorado mañana. Me gusta que seas frágil y dura, callada y chispeante. Joder, eres una de las chicas más punkis que conozco, sea cual sea la música que escuches o la ropa que vistas.
Después de aquello, siempre que me entraban dudas sobre los sentimientos de Adam, me bastaba pensar en la peluca que acumulaba polvo en mi armario para rescatar el recuerdo de aquella noche. Y entonces ya no me sentía insegura, sólo afortunada.

(Adam y Mia, Si Decido Quedarme, Gayle Forman)

Morir es fácil. Lo duro es vivir.

(Mia, Si Decido Quedarme, Gayle Forman)

Intento meditar al son de su voz, dejarme llevar por su alegre cháchara. A veces he estado a punto de quedarme dormida mientras la escuchaba, sentada en un taburete junto a la encimera de su cocina. ¿Podría hacer lo mismo ahora? Me iría muy bien dormir. Sería como un cálido manto negro que borraría todo lo demás. Dormir sin soñar. He oído hablar sobre el sueño de los muertos. ¿Será así la muerte? ¿Como el sueñecito más agradable, cálido y profundo del mundo, un sueño sin fin? En ese caso, no me importaría. Si morir es así, de verdad que no me preocuparía en absoluto.

(Mia, Si Decido Quedarme, Gayle Forman)

Me pregunto si todos los moribundos tienen la oportunidad de decidir si se quedan o se van. No parece probable. Al fin y al cabo, el hospital está lleno de personas a las que inyectan sustancias químicas o someten a operaciones horribles para que puedan quedarse, pero algunas de ellas morirán de todas formas.

(Mia, Si Decido Quedarme, Gayle Forman)





GEMA SAMARO

- ¡Perdóneme! ¡Cómo la he puesto! -Tenía restos de vómito por todo mi cuerpo, desde el pelo a mis sandalias-. Déjeme que le quite el vestido...
- ¡No hace falta! Ya me lo quito yo. -Más que pudor (un hombre en su estado jamás mira con deseo a nadie) era miedo a que me cayera encima otra de ese tamaño.- Dígame dónde está el baño...
- A la derecha -indicó poniendo cara de "prevómito".
- Pase, pase usted primero. Lo suyo es más urgente. Yo puedo esperar. -Muerta del asco, pero podía esperar.
- ¿Cómo va a esperar? ¡Si parece Jonás después de ser escupido por la ballena! pase por favor, yo puedo vomitar en la papelera.
- Se lo agradezco. -Me fui al baño, me metí vestida en la ducha, sandalias incluidas, abrí el grifo y, justo a los siete segundos, Pablo entró.
- Perdóneme, no puedo vomitar en la papelera. Es una pieza única de un diseñador japonés, a ver si me la cargo con los ácidos -dijo cayendo de rodillas frente a la taza.
- Yo acabo rápido -grité.
- ¿Qué hace? -Levantó la cabeza de la taza para mirarme con cara de susto-. ¡Por favor! ¿Cómo va a ducharse así? -La ducha era de las de mampara transparente-. ¡Quíteselo todo! No se preocupe por mí, no estoy como para mirar. -Y volvió a vomitar sobre la taza haciendo unos ruidos de rugido de león que podían escucharse a nueve kilómetros de distancia.
- Ojalá fuera por pudor. Me ducho vestida porque no podía quitarme el vestido sin tocar algún resto de su "pota" -le acalaré en cuanto los vómitos le dieron una tregua.

(Pablo y Susana, Susana & Co, Gema Samaro)

- Ya tebe kojayu. Es el te quiero más sentido que he dicho en mi vida.
- Madre mía, eres un kamikaze del amor.
- ¿Entonces también reconoces que ha habido amor?
- Sí. Pero yo no soy de Yakibetiyu fácil.

(Maksim y Susana, Susana & Co, Gema Samaro)





GEORGE R. R. MARTIN

─Robb dice que ese hombre murió como un valiente, pero Jon opina que tenía miedo.
─Y a ti, ¿qué te parece?
─¿Un hombre puede ser valiente cuando tiene miedo? ─preguntó Bran después de meditar un instante.
─Es el único momento en que puede ser valiente.

(Juego de Tronos, George R. R. Martin)

─¿Y si se me cae?
─El acero tiene que formar parte de tu brazo ─replicó el hombre calvo─. ¿Se te puede caer del brazo? No. Syrio Forel fue la primera espada del Mar de Bravos durante nueve años, y entiende de estas cosas, así que hazle caso, chico.
Era la tercera vez que la llamaba chico.
─Soy una chica.
─Chico, chica, qué más da ─bufó Syrio Forel─. Eres una espada, es lo único que importa.

(Juego de Tronos, George R. R. Martin)

- Eres frío con ella. No la quieres como a los otros.
Adara recordaba cómo se había reído su padre entonces.
- ¿Que no la quiero? No me digas eso, Hal. La he querido más que a nadie, mi niña del invierno. Pero ella nunca me ha correspondido. No siente nada por mí, ni por ti, ni por ninguno de nosotros. Es una niña fría.

(Hal y John, El Dragón de Hielo, George R. R. Martin)





GILLIAN FLYNN

- Me doy cuenta -ddijo Boney asintiendo-. La gente quiere creer que conoce a otras personas. Lospadres quieren creer que conocen a sus hijos. Las esposas quieren creer que conocen a sus maridos.

(Boney, Perdida, Gillian Flyn)

Una llamada enérgica a la puerta. Del tipo del que daría un padre justo antes de abrir la puerta de par en par: <<Esta es mi casa>>. Permanezco en mitad de la habitación y me debato entre responder o no. Pam, pam, pam. Ahora entiendo por qué tantas películas de horror se sirven de este recurso -la misteriosa llamada a la puerta-, porque tiene el peso de una pesadilla. No sabes lo que hay al otro lado y sin embargo sabes que acabarás abriendo. Pensarás lo mismo que yo: <<Nadie malo se molesta en llamar>>.

(Amy, Perdida, Gillian Flyn)

Yo permanecí en gran medida en silencio. Estaba pensando en mis propias preguntas, las mismas pregunta que llevaba años pensando, el ominoso estribillo de nuestro matrimonio: <<¿Qué estás pensando, Amy? ¿Qué es lo que sientes? ¿Quién eres? ¿Qué nos hemos hecho el uno al otro? ¿Qué nos haremos?>>.

(Nick, Perdida, Gillian Flyn)





GRETCHEN MCNEIL

Criiiijjjjjj
Meg se quedó petrificada, con los ojos clavados en aquella sombra. Era grande, alargada y amorfa, excepto por unas partes que se balanceaban...
Piernas. Mierda, eran piernas.
Meg giró la cabeza y quedó frente a frente con un rostro que colgaba en la escalera. Un nudo corredizo alrededor del cuello. La piel de un matiz azul púrpura.
Meg abrió la boca y soltó un grito.

(Diez, Gretchen McNeil)


No hay comentarios: