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Hace poco me leí la saga de Las leyes del mar, de Robin Hobb. Habla de naos, del mar y del comercio. También de piratas y de personajes tan complejos que ese término se queda corto para definirlos.
Del que quiero hablar en concreto es de uno de mis favoritos. Althea Vestrit.
Althea es Jorge. Vale, ¿sabéis los libros de los Cinco? Jorge era la chica que quería ser un chico, era la marimacho, la que se empeñaba en decir que ella era tan válida para tareas popularmente masculinas como el más macho de los chicos. Los que me conozcáis un poco sabréis que yo coincido bastante con esa línea de pensamiento, vale, soy una enclenque, y tampoco es que me apasionen los bichos, pero eso no significa absolutamente nada. Jorge ha sido mi personaje favorito durante mucho tiempo y en las primeras apariciones de Althea parece que se desprende que es un personaje que me va a gustar justo por esto.
Error. En realidad lo primero que pensé al verla es "otra vez este tipo de personaje no, por favor". Ya estaba preparada para lo que vendría a continuación: una chica testaruda y mal hablada (acerté), que se hará pasar por chico en algún momento determinado (doble acierto) y que será una machota de estas de "no me da miedo nada y no uso vestidos" (podría considerarlo un tercer acierto). Probablemente por esta razón y un par más que es innecesario mencionar Althea era para mí un personaje de doble filo. Tenía madera para gustarme, porque es del tipo que me gusta, y al mismo tiempo era demasiado mi tipo como para gustarme realmente. Incluso algunos de sus capítulos me parecieron bastante aburridos.
Hasta que Althea, como el resto de personajes de la saga, empieza a evolucionar. De repente te das cuenta de que, sí, vale, será todo eso que he expuesto ahí arriba, pero es mucho más. Y no hablo de virtudes, hablo de maneras de hablar y de actuar con las que me identifico tanto que no puedo no querer al personaje.
Cuando habla de su nao siempre dice "mi nao". Mi nao, porque la quiere tanto que sólo puede ser suya. Su Vivacia, su nao, tan lejos, tan suya. No es simplemente propiedad lo que indica ese "mi", hay más implícito y Althea lo deja clarísimo. Cuando habla con la Ofelia, cuando se encara a Kyle. Siempre se trata de su nao, de su Vivacia. Cada vez que se refiere a ella, lo que me transmite es indescriptible. Probablemente por esta misma razón la Ofelia me ha gustado tanto. Su Grag.
También me gusta su relación con los hombres de su alrededor. Sus hombres. Sobre todo la relación que mantiene con Grag, porque dejad que os lo diga, Grag es un retrato del hombre perfecto. Guapete, buen tío, con carácter, pero que no busca una chica tonta que le dé hijos, sino alguien que colabore con él activamente en la manutención del barco y de la casa, que le dé hijos, sí, pero ¿por qué no? Que se los dé a bordo de la Ofelia. Y sin embargo no es para Althea. Me gusta porque le ofrece a Althea la mejor vida a la que podría aspirar y sin oponerse a su forma de ser. Pero no es su hombre, no lo es y Althea lo sabe, Grag lo sabe, y aún así es tan difícil... me gustaron mucho las tribulaciones y decisiones que tomó Althea.
Me gusta cada palabra y cada gesto que hace. Cuando se sienta en el suelo, cuando cruza miradas con Brashen, cuando se muestran sus pensamientos dirigidos a sus sobrinos y su hermana, como cambian sus opiniones al respecto. Un simple movimiento de la cabeza de Althea para mí es muy significativo.
Y luego tenemos la escena final. De la que no voy a hablar. Ocurre al final del tercer libro y es una escena que me ha dejado una huella bastante marcada. O más bien, lo que me ha dejado marca y huella fue la reacción de Althea. La sentía en cada palabra, cada gesto, cada pensamiento. Todo lo que sentía prácticamente lo pensaba yo al mismo tiempo, para mí ha sido uno de los mejores momentos de todos los libros a pesar de que esa parte tirando hacia el final no me gustara especialmente (por razones de historia).
Me ha gustado porque Althea es valiente, pero no es una superheroína, no puede con todo, no es más fuerte que los hombres ni más lista que los mercaderes más veteranos. Es Althea, una mujer normal y corriente, que no es estúpida, desde luego, ni débil, eso tampoco. Es excepcional en muchos sentidos, pero sin ser inverosímil. Y ya digo, que al final del tercer libro, para mí es simplemente perfecta.
No sé explicarlo bien sin desvelar esta parte de la trama. Simplemente, que incluso ella, siendo como es y teniendo un carácter como el que tiene, no puede con todo. No puede ganar una pelea a espada contra diez piratas, que digo, no podría ni contra dos, ni contra uno experimentado. Pero por eso me gusta tanto. Porque sin tener cambios bruscos de personalidad como tienen otros personajes, la visión que tienes sobre ella cambia, no necesita pasar a ser algo completamente diferente para ser mejor. Ella siempre ha sido así, simplemente hay que conocerla.
Sé que estoy insistiendo mucho sobre el tema, probablemente porque estoy escribiendo esto de forma improvisada, pero resumiendo. Althea me gusta porque a partes me identifico con ella, a partes la admiro. Es un paso más al tipo de personaje que más suele gustarme y su manera de hablar y hacer las cosas a veces se parece demasiado a la mía. A veces no, conste. Yo no disfruto de ningún tipo de borrachera.
1 comentario:
Tal vez estas protagonistas sean las más interesantes, pues por un lado se sienten mujeres, pero por otro quieren demostrar al mundo que valen tanto como cualquier hombre. Supongo que eso es lo que queremos todas, ¿no? Un beso
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