Título: Despedidas (2007, 2012 revisión)
Autor: Iago Prado Martínez.
Género: Romántica/LGTB.
Núm. Páginas: 14.
Tipo: Relato único (dividido en 4 partes).
Descarga: Aquí.
Web Autor: La Repisa de Iago.
La vida no podría sonreírle más a Mateo a contadas horas de contraer nupcias con la mujer que considera la otra mitad que le complementa. Sin embargo, en su despedida de soltero la noche previa al enlace, una confesión de mano de Sebas, su mejor amigo de siempre, empezará a mellar su visión de su propio mundo.
Mateo no evitó hacer balance cuando pasó por sus manos un álbum de fotos bastante nuevo, y al terminar de echar un vistazo en su interior, fotografía tras fotografía, hizo lo mismo con los demás que tenía guardados al fondo del armario de su viejo dormitorio; primero unos de varios años atrás, luego otros de su época más de la pubertad, y finalmente otros tan viejos como los retratos que bien había conservado toda su vida. No evitó pasar muy lentamente su mirada sobre cada rincón de ese cuarto en el que había tantísimo tiempo, casi toda su vida, desde su más tierna niñez, durmiendo, estudiando, leyendo libros, jugando a la consola, riendo con amigos, los muchos secretos y momentos íntimos que han tenido lugar allí y que tantos desconocían, los sueños e ilusiones que fraguó en su mente a lo largo de su vida... Le costaba creerse que en ese momento estuviese plagado de cajas que llenaba organizadamente, desnudando las paredes de todo lo que en ellas colgaba y destripando los muebles.
El corazón le latía alocado viendo las fotos más recientes, en su mayoría él junto a Marta, su novia... o mejor dicho su prometida, que pronto se convertiría en su esposa —hasta que la muerte los separe, como suele decirse en esa ancestral ceremonia—. Aunque tenía bastantes cosas donde vivía en la actualidad, siempre había dejado casi todo en la de sus padres; y ese era ya el momento inaplazable de desglosar qué llevarse a su casa, qué guardar en el trastero de la de sus padres, qué dar a quién le pudiese interesar y qué tirar a la basura y que no hizo antes por nostalgia o pereza.
El hecho de casarse no le desbordaba especialmente —aunque Marta aún se subía por las paredes de alegría—, pero tampoco le disgustaba. La decisión de hacer esa petición, que era predecible que sería contestada con un sí rotundo por la otra parte implicada, tuvo el beneplácito tanto de su mente y de su corazón. Aunque aún era joven, veinticinco tacos, llevaba saliendo con Marta desde el tercer año de carrera y conviviendo juntos con éxito cerca de dos años; estaba más que seguro de sus sentimientos y del futuro de su relación, amaba a su chica como nunca había amado a otra mujer, ambos tenían estabilidad económica, tenían la posibilidad de contraer nupcias con el viento a favor. ¿Por qué no iba a dar ese gran paso si todo pintaba tan bien, y así de paso darle la alegría del siglo a la mujer de su vida?
No podía negar que Marta estaba muy presente en su vida desde el último lustro, las fotos de ese periodo lo corroboraban. No refrenó Mateo una sonrisa mientras acariciaba las fotos de los dos juntos en cumpleaños, fiestas, viajes y otras más misceláneas que surgían espontáneas cuando echaban mano de una oportuna cámara. Pero con un cariño y sentimiento igual de fuerte rememoró recuerdos pasados en los álbumes en los que ni siquiera había conocido a su prometida, e incluso en los que aún tenía una edad cuyo mayor interés eran los juguetes y sentimientos más pueriles y menos complejos. Y en esos recuerdos tampoco había estado solo, prácticamente jamás.
No era capaz de concretar a ciencia cierta el punto de partida de su amistad con Sebas, seguramente debió ser antes de tener uso de razón. Toda su vida habían estado juntos, compartiendo escuela e incluso clase a veces durante su infancia; y aunque tomaron caminos cada vez más separados en los estudios, eso no debilitó lo más mínimo los lazos de amistad que los unían. Siempre cerca el uno del otro, tanto en los buenos como en los malos momentos; si uno tenía problemas, el otro lo dejaba todo para ayudarle; si uno reía, el otro también por la dicha del amigo; si uno sufría, el otro estaría a su lado hasta que se liberase de su pesar. Sin duda era difícil encontrar dos amigos tan sinceramente unidos, prácticamente como hermanos.
Nada parecía quebrar los pilares de tal bella amistad, Mateo siempre sacaba tiempo para estar con Sebas, y Sebas siempre tenía lista su disposición para Mateo; recíprocos confidentes, compañeros de armas en todos los asuntos de la vida, prácticamente siameses en todas las correrías y juergas en las que se han embarcado. Así habían sido siempre, desde la infancia hasta sus presentes convertidos en hombres jóvenes prometedores y ejemplares para la sociedad.
Quizás debía estar más agradecido con su amigo de lo que ya podía estarlo si cabía, al admitir que sin el apoyo de Sebas jamás hubiese llegado tan lejos con su prometida. Gracias a su amigo supo que Marta era la mujer de su vida casi desde el primer momento, siendo el responsable que ambos se volviesen a ver cita tras cita hasta formalizar su noviazgo. Si estaba a punto de sentar definitivamente la cabeza y subir a un altar, era sin duda gracias a Sebas.
La añoranza y los recuerdos le habían absortado tanto de la realidad que ésta le despertó de manera literal cuando su madre entró en el dormitorio, recordándole la hora que era. Casi se olvidaba del pequeño tinglado que le habían preparado.
2 comentarios:
Se ve muy interesante, así que voy a descargarlo para leerlo.
Besos.
@Dany nphenix
No sabes la dicha que es para un escritor que a alguien le interese y guste lo que uno escribe. Gracias, Dany, y por eso espero que lo disfrutes cuando leas la integridad de Despedidas (colgada a partes en mi blog, La repisa de Iago, en la sección Mis Relatos).
Un abrazo XXL para tod@s :)
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